Debemos desterrar la idea de que el mundo del vino es algo reservado para grandes expertos. Todos podemos disfrutar de una copa de vino, degustarlo y analizar lo que nos transmite. Para ello, aquí os explicamos en tres sencillas fases cómo catar un vino en casa.
En primer lugar, tenemos la fase visual. Descorchamos, servimos el vino y a continuación cogemos la copa, preferiblemente por el tallo o la base y la inclinamos sobre una superficie blanca (puede ser un folio). Observamos el color y, de esta forma, podremos hacernos una idea de la edad del vino. Generalmente, los vinos tintos que son jóvenes tienen un color más brillante, siempre predominando los tonos rojos rubí o cereza; sin embargo, los vinos con un tiempo de envejecimiento en barrica más largo tendrá un color más teja o anaranjado. Aparte de su edad, el color de un vino nos puede indicar si este es de capa alta, en caso de que no se pudiera ver a través de él, o de capa baja, si podemos ver lo que hay detrás al mirar. También podemos conocer la densidad del vino y por tanto, su graduación alcohólica, porque a más densidad, más graduación. Para ello, tendremos que ver cómo el vino se comporta al mover ligeramente la copa. A más velocidad en la caída de las lágrimas, menor densidad, por tanto, menor graduación alcohólica.
Continuaremos con la fase olfativa y para ello, sin agitar el vino, olemos y de esta forma localizaremos los denominados aromas primarios, que son los que aportan la uva y su naturaleza. A continuación, una vez hayamos agitado la copa ligeramente, podremos apreciar los aromas secundarios, que serán los originados en la fermentación alcohólica y maloláctica, mucho más apreciables en los vinos jóvenes. Para finalizar, agitamos la copa de forma más enérgica y de esta forma, lograremos apreciar los aromas terciarios, también denominados bouquet, que se desarrollan durante la crianza del vino, siendo estos últimos los más difíciles de adivinar.
En la fase final, la gustativa, diferenciaremos entre 4 partes, siendo denominado el ataque a las primeras sensaciones que se perciben en boca, pudiendo diferenciar entre salado, dulce, ácido y amargo. Denominaremos un vino redondo al que logra el equilibro entre estos cuatro sabores primarios. A continuación, podremos determinar la textura y el tacto del vino, que si es suave o aterciopelado serán factores positivos o de lo contrario, rugoso o astringente como factores negativos. Pasamos a la tercera parte por analizar dentro de la fase gustativa, y esta será la denominada como vía retronasal. Una vez hayamos tragado o escupido el vino, se debe expulsar el aire por la nariz y si durante un tiempo percibimos las mismas sensaciones que en boca, podremos decir que este vino es de larga retronasal. Y ya la última parte para catar un vino en casa, tenemos que analizar el final del vino, que podrá ser corto, mediano, largo o muy largo, dependiendo del tiempo que persistan los sabores en boca, siendo corto dos segundos y muy largo entre nueve y doce segundos.
Ahora ya solo queda un brindis y a disfrutar.